miércoles, 14 de julio de 2010

El río...

El río...
Hasta la próxima. 


Estos días, desde una colina con aroma celta, los misteriosos grillos y el ondular del viento en la hierba. Este viejo lugar tiene algo especial...
En contraste con dos noches y dos días en la montaña dignos de recuerdo. 
La no búsqueda y el encuentro. Lejos de perseguir objetivos, la concentración es un hábito. Un ritual. Últimamente viviendo intensamente cada movimiento. Poco pensar y mucha intuición. Un ligero cambio de conciencia.
Más bien escuchando ese leve canturreo, como un sortilegio que me ata a un efímero y profundo recuerdo. Observando atentamente, sin mirar.
Y aún sigo escuchando esa melodía, acariciando el viento, buscando las notas mágicas...

martes, 6 de julio de 2010

The old song

 Estos días he estado mirando fijamente al Caos, tratando de localizar senderos imaginarios entre gigantes de piedra. Algunas tímidas incursiones en el pasado me proporcionaron en su día una ligera idea de lo que nos aguarda en sus oscuras y angulosas cuevas, y hemos soñado con encontrar tesoros en el interior del laberinto. Bucear en las profundidades de la morrena y explorar sus pasadizos, son las ideas que recorren mi mente en esos momentos en los que observamos absortos ese océano de piedras, vestigio de tiempos remotos.

 En el vivac de siempre, me reencuentro con lo que quedó de mi. No tanto en forma de precisos recuerdos, sino más bien como una sensación perenne y familiar. Algo difícil de explicar. Una sensación perenne y el cambio constante. Todo fluye, nada permanece. 
 Cansados por el ajetreo del día, regresamos a nuestra morada, hambrientos, magullados, exhaustos. Felices nuestros monstruos. Hacemos recuento de nuestras pequeñas victorias y rememoramos alguna batalla, algún momento singular. Cocinamos, cubiertos por las estrellas y arrullados por la brisa. El aroma de la cena, los paseos a por agua al río, una maravillosa rutina. Después del postre, nos entregamos de nuevo a la meditación, mientras las cuerdas vibran, las notas saltan y el ritmo golpea el diafragma. Las canciones se hacen solas, se manifiestan en el aire, engañando a mis dedos, sorprendiendo desde el azar a mi pobre imaginación, y la música de siempre suena en el ambiente, mientras nos mecemos en recuerdos inmateriales... más bien como una sensación perenne y familiar. Algo difícil de explicar. Océanos de músicas perdidas en el pasado, vestigios de tiempos remotos, que llegan a nosotros cuando escuchamos el silencio. Algo difícil de explicar, sí. Cuando dejamos de hablar, cuando dejamos de pensar, el universo suena desde la eternidad...

lunes, 5 de julio de 2010

Estar

No hay fotografías. Muchas las imágenes.
Sumido en la contemplación, los pensamientos se suceden sin fuerza.
Estudiando el vuelo de algún pájaro, observando los diferentes planos de luz de este increíble decorado, escuchando el rumor del arroyo...
Aquí es muy fácil enfocar la atención en el presente. Es algo cotidiano, involuntario y natural. Éste es un detalle importante.
Con ese estado mental; el de estar en el ahora; dejo que los pies me guíen. Camino pisando la hierba, escrutando en busca de algún charco traicionero, acoplando el ritmo de mi respiración al relieve, regulando mi paso, calculando las distancias y dibujando el mejor camino. Un peregrinaje constante.
Estar