El río...
Hasta la próxima.
Estos días, desde una colina con aroma celta, los misteriosos grillos y el ondular del viento en la hierba. Este viejo lugar tiene algo especial...
En contraste con dos noches y dos días en la montaña dignos de recuerdo.
La no búsqueda y el encuentro. Lejos de perseguir objetivos, la concentración es un hábito. Un ritual. Últimamente viviendo intensamente cada movimiento. Poco pensar y mucha intuición. Un ligero cambio de conciencia.
Más bien escuchando ese leve canturreo, como un sortilegio que me ata a un efímero y profundo recuerdo. Observando atentamente, sin mirar.
Y aún sigo escuchando esa melodía, acariciando el viento, buscando las notas mágicas...
miércoles, 14 de julio de 2010
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